UN VIAJE CON EL MEJOR DEL MUNDO
En la previa a su triunfo con Paraguay, La Voz del Futsal compartió con Brasil un viaje en ómnibus. En el trayecto, entrevistamos a Falcao, el mejor futbolista del mundo.
Rostros muy serios. Concentración y silencio. Ensimismados, los jugadores cumplen el ritual de cada día. Del Hotel Contienental a la práctica; de la práctica al Hotel; y del Hotel al partido. Casi no hay diálogo en el micro. Lo que sí hay es tecnología. I-pads, teléfonos inteligentes, auriculares... En el piso superior, cada jugador hace uso de esos elementos con total naturalidad. Abajo, están los integrantes del cuerpo técnico y los dirigentes. También Manolo Quiroz, el fotógrafo septuagenario que hace tantos años integra la delegación oficial brasileña. Y Roberto Sánchez Denis, el coordinador argentino que acompaña al plantel.
Y allá, en la primera fila del piso de arriba, con todo el panorama exterior delante de sus ojos, está él: Alessandro Rosa Vieira, 34 años, actual jugador del Santos.
Falcao, claro.
Nos acercamos. Lo interrumpimos en su tarea de ver fotos en el i-pad. Igual, nos recibe con amabilidad. Aunque quizás íntimamente no le guste la invasión, sabe que es parte de su trabajo. Accede a la nota. Nos sentamos en el asiento de al lado. No habla español. Pero entiende las preguntas y responde en portugués.
Las primeras frases son las típicas de cassete: "Esperamos con mucha confianza el partido con Paraguay. Será un rival difícil al que hay que respetar. Nadie gana sólo con el nombre hoy en día. Pero estamos tranquilos". Podría ser la respuesta de cualquier jugador antes de cualquier encuentro. Por eso, hay que ir llevándolo de a poco. Y a medida que transcurre la charla, se va soltando. Confiesa que a pesar de que aún faltan las semifinales, ya presiente una final entre Argentina y Brasil.
No cae en la falsa modestia cuando se le menciona su condición de mejor jugador del mundo. "Eso ha sido comprobado", sostiene. Enseguida, explica que ya está pensando la posibilidad de retirarse. "Es que los movimientos no son los mismos. Tengo 34 años y no falta mucho para ese momento. Quizás juegue hasta los 37 o 38. Esa es una buena edad para dejar". Afirma, además, que descarta cualquier idea de jugar en otro lado que no sea en el Santos: "Mis últimos años en el futsal serán en mi país. No hay necesidad de irme al exterior porque tengo muchos patrocinadores individuales que no permiten que me falte nada. Estoy muy feliz en Brasil". Sobre si existe un eventual sucesor suyo, opina: "Hay muchos buenos jugadores, pero no uno que sea diferente. Quizás un portugués que hoy está actuando en Rusia. Pero no sé... Hoy prevalece la táctica más que la técnica, por lo tanto, todo es más equilibrado".
Le preguntamos por los jugadores argentinos. Admite que no los conoce demasiado, pero que le gusta "un minino nuevo que utiliza la número 5 (Maxi Rescia), otro con la camiseta 9, que aporta sorpresa (Borruto) y Planas, que posee una gran experiencia. Pero vuestra Selección es más un conjunto que un grupo de individualidades".
Falcao cuenta que está casado hace 12 años y que tiene dos hijos varones: Enzo, de nueve años, y Luiggi, que cumplirá seis. "Somos muy deportistas en la familia. Mis hijos juegan futsal en las inferiores del Santos", revela. Hablando de ese equipo, se declara "torcedor" del mismo, más allá de su condición de su jugador. "¿Y en la Argentina?", le preguntamos. "Y... me gusta Boca", contesta luego de pensar unos segundos.
Hablamos de su fama. "A cada paso me piden fotos, autógrafos, me felicitan... Yo trato de complacer a todos. Es bonito que la gente le tenga a uno tanto cariño. No me cuesta nada atenderla si tengo tiempo. También me piden regalos, ropa especialmente. Pero ahí no puedo tanto porque las cosas de la Selección no son mías", se justifica.
Con respecto a cuestiones más futbolísticas, es el turno de hablar de la Argentina otra vez. Si bien todavía no estaba confirmado que ambos equipos se enfrentarían en la final, Falcao no elude el tema: "Respeto a su entrenador, que está realizando un gran trabajo. Pero la vi muy defensiva. Con los jugadores que están en Europa podría hacer un juego más abierto".
"La gente de aquí es molto bacana", dice. (Traducción: muy amable). Asegura que le agrada Buenos Aires. En uno de sus pocos momentos libres, fueron a pasear a La Boca. Dice que tuvo el privilegio de conocer a Riquelme. En La Bombonera, hubo elogios mutuos e intercambio de casacas.
Salen otros temas en la conversación: por ejemplo, la breve charla que mantuvo con Daniel Scioli cuando antes del partido con Argentina, le regaló al Gobernador una camiseta. "Quiere hacernos un desafío. Parece que le tiene fe a su equipo (se sonríe)". Recuperando la seriedad, indica: "Es una persona que demostró interés por el crecimiento del deporte, me dejó una buena impresión".
El micro va arribando a su destino y el diálogo entra en su última etapa. Colombia y Paraguay son los respectivos rivales en las semifinales: "Aunque nunca perdimos contra ellos, Brasil no subestimará a Paraguay y ustedes tampoco deben hacerlo con Colombia. Nosotros ya jugamos con ellos el año pasado y nos costó vencerlos. Va a ser muy difícil para Argentina".
Un par de horas después, la realidad indicará que la clasificación para la final resultó un trámite sencillo para los dos. Pero, obviamente, siempre es más fácil con el diario del lunes. El micro se detiene. Llegamos a la cancha. Todavía hay tiempo para que Falcao tome su tableta y nos muestre las fotos familiares. Lo retratamos junto a su mujer y sus hijos. Es la primera imagen que ilustra esta nota. Y ahora sí, nos despedimos. El plantel desciende del micro. Y es otra historia la que empieza...
Final del partido con Paraguay. Brasil ganó 6-2. Falcao recibe de regalo una camiseta del municipio de Almirante Brown.
Otra nota. Se la hace Eduardo Barraza, de la Conmebol.
Falcao va del vestuario rumbo al micro. Lo esperan interminables pedidos de autógrafos.
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