El equipo que venció a Central 8 a 6 y el festejo posterior a la pitada final. Hebraica ganó en Rosario y gracias a la Promoción, volvió a primera (fotos: www.hebraicafutsal.com.ar).
Todo salió a pedir de boca para Hebraica, que así cerró el 2008 a pura sonrisa. El retorno a la divisional superior ya es una realidad. Acaso, cuando ni siquiera el mismo Diego Clacheo lo tenía en sus planes a principio de año. El mismo entrenador había manifestado su cautela a la hora de hablar del ascenso. “Primero quiero hacer un trabajo de base, después ya pensaremos en subir de categoría”, declaró apenas se hizo cargo de la dirección técnica de Hebraica. Clacheo, a pesar de tener una amplia trayectoria en la institución, debutaba dirigiendo al plantel superior y aseguraba que habiendo otras prioridades, lo que menos debía padecer era la presión –últimamente tan frecuente en el futsal- de tener que pelear un campeonato.
Quizás por eso, Hebraica no hizo incorporaciones. Apenas, repatrió a Mariano “Nano” Gusis –un importante jugador-, que había estado una temporada en España por razones laborales. El resto, era un conjunto cuyas raíces en el club estaban muy solidificadas. Algunos, ya hacía varios años que jugaban en primera (Beja, Lucki, Yanani, Trzewik, Pastor, Ronconi, Denegri, Ehrlich, Goldstein). Otros, recién promovidos, habían salido campeones de tercera en 2007 (Mosenson, Dorfman, Ganon, Steimberg, Arruguete). Juntos, conformaron un compacto grupo que arrancó el torneo con mucho optimismo. Y hasta superó las expectativas, pues al pronóstico medido de su entrenador, se opuso una gran campaña que en aquella primera etapa arrojó números contundentes: 11 triunfos, 1 empate y 2 derrotas, que lo condujeron al primer puesto de la Zona C con 34 puntos, uno menos que Glorias, el puntero de la Zona B que consiguió el máximo puntaje de la mitad inicial del año.
Hebraica ya había impuesto un sello caracerístico en su estilo de juego: el cuidado del arco propio como prioridad (para ello, contó con la estelar figura de Guido Mosenson, el arquero titular del sub 20), apuntalando a un equipo solidario, especialista para defender y preparado para ser agresivo ante cada situación favorable.
Para la Copa de Oro regresó al plantel Ariel Birencwaig, otro joven e importante valor que había estado en Ferro a préstamo. Con su llegada y una base que ya lucía muy sólida, Hebraica se ilusionó con una conquista que un par de meses atrás parecía muy lejana. Sin embargo, en los comienzos de la segunda fase las sonrisas no se repitieron. Empates y derrotas inesperadas, acercaron un manto de dudas que no estaba en los cálculos previos. Entonces, el equipo perdió terreno, alejándose del primer puesto del que rápidamente se adueñó Allende. Los dirigidos por Clacheo intentaron encauzar su rumbo. Al menos, para no perder el tren del repechaje. Y de a poco, fueron lográndolo, favorecidos además por la irregular campaña del resto de los competidores. Una buena racha de triunfos (Banfield, E. Boedo, Newbery y Arsenal) contribuyó a recuperar la confianza, aunque a continuación tres fechas sin ganar (All Boys, Country y Allende) provocaron que la clasificación se distanciara nuevamente. Pero en las dos últimas jornadas, dos victorias ante E. Maldonado y Las Heras, fueron fundamentales para asegurar el tercer lugar en el Grupo 1. Así, Hebraica ganó el derecho para enfrentar a Glorias en el repechaje. A priori, se trataba de un rival complicado, precedido de una larga trayectoria en primera, y con muchas ansias de recuperar ese espacio perdido el año pasado.
No obstante, el enfrentamiento entre ambos tuvo un claro ganador, que puso en práctica de manera brillante la planificación anterior al partido y eliminó al que para muchos era un candidato de fierro al ascenso. Luego, vino Rosario Central. Aunque esa historia ya es más conocida: 3 a 0 de ida y 8 a 6 en la revancha, es la síntesis de la superioridad ejercida por los de la colectividad, que lograron su segundo ascenso a la A (el primero lo había obtenido en 2002 con el Bicho Freire en la dirección técnica).Desde este espacio, sólo nos cabe agregar algo más: ¡felicitaciones!
Todo salió a pedir de boca para Hebraica, que así cerró el 2008 a pura sonrisa. El retorno a la divisional superior ya es una realidad. Acaso, cuando ni siquiera el mismo Diego Clacheo lo tenía en sus planes a principio de año. El mismo entrenador había manifestado su cautela a la hora de hablar del ascenso. “Primero quiero hacer un trabajo de base, después ya pensaremos en subir de categoría”, declaró apenas se hizo cargo de la dirección técnica de Hebraica. Clacheo, a pesar de tener una amplia trayectoria en la institución, debutaba dirigiendo al plantel superior y aseguraba que habiendo otras prioridades, lo que menos debía padecer era la presión –últimamente tan frecuente en el futsal- de tener que pelear un campeonato.
Quizás por eso, Hebraica no hizo incorporaciones. Apenas, repatrió a Mariano “Nano” Gusis –un importante jugador-, que había estado una temporada en España por razones laborales. El resto, era un conjunto cuyas raíces en el club estaban muy solidificadas. Algunos, ya hacía varios años que jugaban en primera (Beja, Lucki, Yanani, Trzewik, Pastor, Ronconi, Denegri, Ehrlich, Goldstein). Otros, recién promovidos, habían salido campeones de tercera en 2007 (Mosenson, Dorfman, Ganon, Steimberg, Arruguete). Juntos, conformaron un compacto grupo que arrancó el torneo con mucho optimismo. Y hasta superó las expectativas, pues al pronóstico medido de su entrenador, se opuso una gran campaña que en aquella primera etapa arrojó números contundentes: 11 triunfos, 1 empate y 2 derrotas, que lo condujeron al primer puesto de la Zona C con 34 puntos, uno menos que Glorias, el puntero de la Zona B que consiguió el máximo puntaje de la mitad inicial del año.
Hebraica ya había impuesto un sello caracerístico en su estilo de juego: el cuidado del arco propio como prioridad (para ello, contó con la estelar figura de Guido Mosenson, el arquero titular del sub 20), apuntalando a un equipo solidario, especialista para defender y preparado para ser agresivo ante cada situación favorable.
Para la Copa de Oro regresó al plantel Ariel Birencwaig, otro joven e importante valor que había estado en Ferro a préstamo. Con su llegada y una base que ya lucía muy sólida, Hebraica se ilusionó con una conquista que un par de meses atrás parecía muy lejana. Sin embargo, en los comienzos de la segunda fase las sonrisas no se repitieron. Empates y derrotas inesperadas, acercaron un manto de dudas que no estaba en los cálculos previos. Entonces, el equipo perdió terreno, alejándose del primer puesto del que rápidamente se adueñó Allende. Los dirigidos por Clacheo intentaron encauzar su rumbo. Al menos, para no perder el tren del repechaje. Y de a poco, fueron lográndolo, favorecidos además por la irregular campaña del resto de los competidores. Una buena racha de triunfos (Banfield, E. Boedo, Newbery y Arsenal) contribuyó a recuperar la confianza, aunque a continuación tres fechas sin ganar (All Boys, Country y Allende) provocaron que la clasificación se distanciara nuevamente. Pero en las dos últimas jornadas, dos victorias ante E. Maldonado y Las Heras, fueron fundamentales para asegurar el tercer lugar en el Grupo 1. Así, Hebraica ganó el derecho para enfrentar a Glorias en el repechaje. A priori, se trataba de un rival complicado, precedido de una larga trayectoria en primera, y con muchas ansias de recuperar ese espacio perdido el año pasado.
No obstante, el enfrentamiento entre ambos tuvo un claro ganador, que puso en práctica de manera brillante la planificación anterior al partido y eliminó al que para muchos era un candidato de fierro al ascenso. Luego, vino Rosario Central. Aunque esa historia ya es más conocida: 3 a 0 de ida y 8 a 6 en la revancha, es la síntesis de la superioridad ejercida por los de la colectividad, que lograron su segundo ascenso a la A (el primero lo había obtenido en 2002 con el Bicho Freire en la dirección técnica).Desde este espacio, sólo nos cabe agregar algo más: ¡felicitaciones!
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